domingo, 29 de octubre de 2017

RESILENCIA RESISTENCIA O QUÉ?


....Dicen que no se contar historias y desde que me diagnosticaron de incomprensible,
enmudecieron la ciudad que llevo dentro.

 Desde el principio una cree tener la razón.....
Desde niña poseo una salud que esquiva la costumbre, que me hace desaparecer
temblorosa 
Mi problema de salud no es precisamente orgánico. Se presume de un trastorno en las
palabras y en la forma de mirar, porque tiendo a repetir pensamientos y frases inconexas
por causa de una necesidad interna. 
El cuerpo tiene la capacidad primitiva de protegerse para preservarse, con torpeza, por
sobre cualquier inestabilidad geográfica y brotar, rebullir, sabiendo que es posible ser feliz
aún sin felicidad dentro. 
.....insisten en que conservo una pequeñez íntima de mí, un desajuste , 
¿quién eres? 
Me importa bien poco saber  quién eres, cómo te llamas, a qué te dedicas,  lo que sientes,
lo que piensas, me importa poco
 …  La pregunta fundamental es ¿qué quieres? ¿Qué mierda quieres? 
Es necesario haber confiado mucho para llegar a esa pregunta. 
Es necesario haber llorado mucho para llegar hasta aquí.

 Se recomienda que frente a mi mal, quienes me rodeen, no elaboren interrogantes, ni se
me confronte. El mejor remedio, dijo el médico, es que se me deje cavilar plásticamente, y
en momentos de crisis, antes de dormir, que llore. 
Mi problema de salud precisamente es la agobiante persecución de las palabras y los
ojos, y es que no me alcanzan las letras unidas para decir que la ciudad se mueve. Mi
caminar por la ciudad lo ve, nunca nada fue igual en las mismas calles. 
Se presume que mi trastorno es por ser la hija de mi madre, que si no hubiera sido hija,
sería un niño alegre y fuerte, y las palabras hubieran sido otras e incluso la forma de
mirar, resistente. 
 Se dice que la pequeñez íntima que conservo me excluye del mundo y que me determina
a no ser feliz.
ya que soy una actriz que hace de perra y no una perra, dependo del poder. Depender del
poder me obliga a cuestionar el poder. 
Esa es mi doble naturaleza.  Combino la sumisión con el orgullo, y siempre corro el riesgo
de ser expulsada. También corro el riesgo de ser admitida. Si me expulsan, paso hambre.
Si soy admitida, me encuentro expuesta al desprecio, a la humillación y al escarnio.
No me fío. No me fío. No soporto enfrentarme a una profesión marcada a partes iguales
por el engreimiento y la imbecilidad. La soberbia  y la vanidad me producen el mismo
asco.

 No me fío. No me fío. De las garrapatas, de las sanguijuelas, de los reptiles, no me fío, no
me fío. El riesgo que corre el espectador frente al puto actor es que el puto actor diga la
verdad en voz demasiado alta y muerda.
 Dicen que no se contar historias y desde que me diagnosticaron de incomprensible,
enmudecieron la ciudad que llevo dentro.
un hombrecito baja por mi frente
atraviesa el tabique nasal
como si fuera un puente
salta por encima de mi boca
como si fuera un charco de agua
y se sienta en mi pera
pone la punta de los pies
en mi manzana de Adán
pasa corriendo
entre mis dos clavículas
como si entrara o saliera
de un potrero
y llega justo a tiempo
para cruzar espadas
con el hombrecito
que sube desde mis pies
y que ahora lo espera
en el ombligo
MI CUERPO ES UN CAMPO DE BATALLA